Este primer volumen omnibus, publicado por Insólita Editorial, incluye las dos primeras novelas de la saga: El Libro de Ivo y El Libro de Sombra.
Imagina por un momento que, cuando duermes, no permaneces aquí, sino que viajas a otro lugar. Llamémoslo el Reino. Imagina ahora que no acudes a ese lugar para soñar, sino para liberar tus miedos y tus deseos más oscuros. Que en ese Reino de las Pesadillas sacas todo lo podrido y terrible que llevas dentro y, liberado, regresas a vivir tu vida normal de persona normal. Imagina ahora que el Reino cierra sus puertas. Que todo lo que llevas dentro no puede marcharse a ningún sitio. Que acabarás haciéndolo en la realidad. Imagina, por último que eso no te sucede a ti. Que le sucede a todo el mundo.
Una historia intensa, oscura y siniestra, violenta y cruda, que juega con nosotros y nos lleva a un País de las Maravillas del que no podremos regresar y en el que la Reina de Corazones consigue cercenarnos la cabeza, un Mundo de Oz donde ya no quedan baldosas amarillas y la Bruja de Este nos sacará los ojos con una sonrisa desquiciada en los labios, un Sueño donde los monstruos no desaparecen al encender la luz.
Tarot. Pentáculo. Libro. Atrapado en la Ciudad, el mago Sombra tendrá que elegir entre comprender o ignorar, entre recordar u olvidar, sabiendo que cualquier opción tendrá consecuencias y recorriendo las reglas de la magia hasta sus mismos límites. Mientras, todo lo que uno pueda desear tiene su precio en un lugar más allá de las normas, más allá de la moralidad, más allá del propio mundo: las Casas de la Carne, donde las pesadillas cobran vida. Donde los monstruos somos nosotros.
Una escritura firme y sin fisuras, pulida de cualquier muestra de titubeo, debidamente descriptiva, con momentos que rozan el gore, retratando oscuras profundidades del espíritu humano librado a la libertad más absoluta para realizar sus peores y prohibidos deseos. Cuadra muestra a través de sus personajes lo que algunos humanos son capaces de hacer sin las riendas de la moralidad y ética establecidas por el convenio de la «civilización», sin el miedo a la legalidad o al castigo, lejos del orden que la convivencia en sociedad impone. Y, sin embargo, quizá lo más duro sea constatar que hasta la libertad de la barbarie absoluta produce hastío y el torturador deja de gozar de su tarea. La violencia sin sentido termina cobrándose un precio.
La historia continúa en...